jueves, 29 de abril de 2010

Alex

Tiene esa mirada capaz de derretir a cualquiera. Sus ojos cambian de color cada vez que está triste o feliz, o cuando se sonroja. Me cautivó, no sé cómo, pero cuando vi sus ojos por primera vez algo me hizo desear no dejarlos de mirar jamás. Y cuando vi su sonrisa sentí una sensación muy agradable, a pesar de ser tan alto y tener una mirada misteriosa, cada vez que sonríe refleja una ternura inconmensurable y sus ojos se convierten en dulce miel. Y eso es lo que me fascina de él.

Cuando se enoja sus ojos se vuelven de un verde casi tan oscuro como una hoja de olivo cuando está a punto de llegar el otoño. Te ignora, y cuando lo hace, logra verse tan inalcanzable, pero al mismo tiempo te atrae con una fuerza inexplicable.

Cuando besa es muy dulce, sus caricias son reconfortantes y me hacen sentir una alegría y ,a la vez, un amor tan grande que a veces temo perderlo.

Y finalmente, cuando está dormido. No sé cuál es la razón, pero me fascina verlo dormir, esa algo que no puedo explicar. Se ve tan tierno, sencillo, indefenso, que simplemente no puedo dejar de mirarlo y tampoco puedo controlar mis irremediables deseos de acariciarlo y besarlo suavemente mientras me pregunto qué verá en sus sueños. Una vez lo vi sonreír mientras dormía, besé sus ojos, creo que no lo notó, pero esa imagen siempre la llevo conmigo y la recuerdo cada vez que lo extraño, al igual que su voz, que va siempre conmigo, en mi mente, en mi alma, en mi corazón.