Entonces, ella avanzó tranquilamente hacia la puerta de su casa para acompañar junto a su marido a sus nietas hasta el próximo destino. Se detuvo y miró con cariño una fotografía de su difunto hijo, la acarició suavemente y depositó con delicadeza un pequeño beso. "Es para que nos acompañe en el camino, y asi nos cuide a todos desde allá arriba", dijo.
- ¡Es impresionante el parecido que hay entre mi madre y mi tío, es verla a ella con el pelo más corto y los ojos y el cabello oscuro!- expresó la mayor de las nietas.
- Es verdad, se parecen mucho- contestó la menor.
La dulce mujer miraba con nostalgia la imagen de su hijo, y al mismo tiempo recordaba todos aquellos buenos momentos que pasaron todos como familia mientras él estaba con vida. Aquellas eternas charlas, las salidas que tenian juntos recorriendo la ciudad, las risas, los cariños, esos memorables recuerdos que dejó aquel hombre a quien, por alguna razón, la muerte se llevó repentinamente y a tan corta edad, dejando una huella y un legado que la familia jamás olvidará.
- Tranquilas niñas, su tío las acompañará y cuidará siempre- mencionó la cariñosa mujer antes de salir de casa junto a sus nietas y a su marido.
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