sábado, 2 de mayo de 2009

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- Lo sé, sé que dije que te contaría qué había pasado apenas volviera a casa, pero no pude hacerlo, porque no sabía cómo empezar.
- ¿Me contarás ahora?..
- Bueno, comienzo: Ese día me levanté temprano (muy temprano, en realidad casi no dormí, pensando y pensando) e hice lo que cotidianamente haces después de levantarte. Tomé desayuno, me arreglé un poco, me despedí, y me fui.
Cuando llegué a tomar el transporte que me llevaría lejos, sentí unas inevitables ganas de sonreír, extrañaba tanto hacer ese trayecto, me sentí en paz en ese instante. Miraba el paisaje ensimismada, olvidando completamente lo que estaba o lo q había pasado. Cuando se acercaba el destino final, comenzó a invadirme el nerviosismo, la ansiedad....
- ¿ Por qué?...
-..... Por que no sabía qué iba a pasar....¿ Me dejas seguir?
- Claro, adelante..
- .... asi que empecé a usar todas esas tácticas que me recomendaron para aliviar el nerviosismo, para relajarme, y en realidad, no resultaron mucho, de hecho lo hizo aumentar. Cuando finalmente llegué al lugar noté que nada habia cambiado durante mi larga ausencia:
las calles aún no estaban arregladas, los árboles aún conservaban sus hojas, la gente saludaba sin necesidad de conocerte,etc.
Empecé a caminar a mi destino, mientras pensaba lo que podía suceder una vez que llegara, se hacía eterna la caminata, la calle se hacía cada vez más larga, pero finalmente llegué. Golpeé la puerta dos veces (como solía hacerlo antes)  y una agradable mujer de avanzada edad me abrió la puerta: era la abuelita Esmeralda. Me recibió con un gran abrazo y me hizo entrar. Junto a ella estaba Carmen, que no recordaba quién era yo, pero aún así preguntó quién era esta linda señorita.
- ¿ y qué dijiste?..
- Dije que era una amiga de la familia. Entonces, hablé un momento con ellas, y luego la abuelita Esmeralda me dijo que pasara a la otra habitación, me estaban esperando.
Entré y allí estaban casi todos, hablamos horas y horas, me invitaron a almorzar, ayudé en la cocina, comenté lo que había pasado en todo este tiempo que no los había visto. Cantamos, tratamos de bailar y horas después me tuve que ir, se me hizo tarde, cuando te entretienes el tiempo pasa muy rápido, y ni notas su pasar.
Nos despedimos todos cariñosamente, con la esperanza de algñun día volver a vernos, pero yo sé que a lo mejor eso no vuelva a suceder, al menos por un buen tiempo.












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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante... no hay sentimiento como estar lejos del ambiente hogareño, no?